lunes, 25 de abril de 2011

Botellas más pesadas sinónimo de alta gama.

“Cuanto mas pesada es la botella, mas se percibe por el cliente un vino de alta gama. El contacto de la mano del cliente con la botella genera inmediatamente esta percepción. Envasar un gran vino en una botella aligerada puede reducir el valor aunque se suponga que una botella aligerada genera menos costes de transporte”

Las botellas pesadas tienen propósito: ayudan, consciente o inconscientemente, a que el vino se perciba como de mayor calidad.

¿De cuánto peso estamos hablando? Una botella sencilla puede pesar unos 420 grs., aunque en general podemos hablar de un peso medio en torno a los 500 grs. Los modelos más exclusivos empiezan por encima de los 600 grs. y suelen llegar, salvo estrepitosas excepciones, hasta los 850-900 grs. Y en algunos casos puede superar el kilo.

En los vinos espumosos como el cava y el champagne que contienen gas carbónico, lo que implica una mayor presión dentro de la botella, es imprescindible una botella con un cristal más grueso y reforzado.

En Champagne, han realizado el esfuerzo para reducir el peso de la botella de 900 a 835 grs. y el CICV (Comité Interprofessionnel du Vin de Champagne), recomienda encarecidamente su uso.

Las botellas pesadas son bastante incómodas de manejar en la mesa. Y si a esto se suman unos volúmenes generosos, tampoco hay forma de que quepan en un botellero estándar.

Observaciones concluyen que al enfrentar al consumidor entre dos marcas desconocidas, de precio similar y botellas de diferente peso, este en una gran mayoría, prefiere que haya que hacer un pequeño esfuerzo para sujetar la botella.


Fuentes:

Emmanuelle Rouzet,Gérard Seguin. El márketing del vino: saber vender el vino. Ed. Multi-Prensa. España. 2004

http://apuntesdevino.todovino.com/botellas_pesadas

El vidrio y el vino hacen un matrimonio perfecto

Entrevista a Walter Formica, Gerente de Rayen Cura (del Grupo Saint Gobain), empresa argentina proveedora de vidrio para la industria vitivinícola, quien ofrece alguna características diferenciadoras entre los vinos de consumo masivo y productos Premium, basadas principalmente en cuestiones relativas al marketing.

Cuando se recorre un supermercado, se pueden ver vinos en diferentes envases, fundamentalmente vidrio y cartón. Para los vinos de alta gama, las bodegas siguen eligiendo las botellas de vidrio. Las razones fisicoquímicas y de marketing orientan a esta decisión.



El uso de este envase noble, inerte, y resistente y delicado a la vez, va más allá de las cuestiones de tradición. “El vidrio y el vino hace un matrimonio perfecto porque conserva en excelentes condiciones las características organolépticas del producto y permite apreciar sus características físicas”.

Botellas para vinos de consumo masivo y para productos Premium
Una botella de vino puede contener cualquier tipo de vino, pero hay variedades que están asociados a determinados formatos y colores. Desde un punto de vista técnico los enólogos indican que lo ideal es envasar al vino en botellas color verde, porque evita que el vino entre en contacto con la luz solar y se produzca una modificación. Esta es una tendencia mundial, que está desapareciendo. Quienes analizan el asunto desde el marketing defienden las botellas transparentes porque privilegian que se vea el producto.

En ese sentido, los vinos blancos –a pesar de que son los que más sufren los problemas de la radiación- ya están siendo envasados en botellas transparentes. El Sauvignon blanco se lo puede encontrar en la mayoría de las bodegas envasado en botellas transparentes, mientras que el Chardonnay suele conservarse en botella de un color llamado “hoja seca”, que es un poco más amarilla. El formato también está determinado por cuestiones de marketing. Hoy en día la tendencia es utilizar botellas con forma cónica.


Lo que realmente marca la diferencia entre un vino de consumo masivo y otro de alta gama es el peso de la botella que lo contiene. En general los vinos más simples son vendidos en botellas de menor peso, porque tienen más exposición y deben bajarse los costos. Para estos casos se utilizan hay botellas muy finitas que pesan alrededor de los 760 gr. Para los vinos íconos se prefieren las que pesan arriba de un kilo: el peso y el tamaño dan cuenta de su calidad.

A esto se le suma el formato del fondo, que puede ser plano o con picada, asociado a los vinos de gran calidad. Ese formato cóncavo permite que la persona apoye el dedo pulgar para sostener mejor la botella al servir. Por lo tanto, también tiene que ver con una cuestión de marketing.

Un detalle no menor es que estos productos de alta gama han sido reacios a la incorporación de tapones sintéticos o plásticos, o a la implementación de la tapa a rosca de aluminio que se está afianzando en el mercado vitivinícola mundial. Los vinos Premium y ultra Premium continúan utilizando corchos naturales, entre otras cosas por cuestiones de marketing: especialmente en Argentina, hay mucho prejuicio con la tapa a rosca porque en los años 70 el vino común que se compraba en envase retornable en el almacén venía con ese tipo de cierre. Eso está grabado en la memoria colectiva.

Todo hace a la calidad del vino, y en este sentido no queda afuera la etiqueta. Hay algunas confeccionadas con papel común, otras con papel de mayor gramaje y otras realizadas por el proceso de stamping. Hace unos años la tendencia para vinos masivos era la etiqueta transparente, un plástico autoadhesivo. Ahora lo más habitual a nivel internacional es encontrar botellas pintadas.




El futuro del vidrio en la industria del vino
El mercado del envasado continúa investigando sobre el desarrollo de empaques para vinos. Hay empresas que están trabajando en reducir el gramaje de las botellas de vidrio con fines ecológicos. Además de las razones de cuidado del medio ambiente, la tendencia se está instalando por la necesidad de atraer a los consumidores interesados en esa temática.

Lo que puede preocupar a los productores de envases de vidrio es que a los ya habituales empaques de cartón, se están sumando las botellas plásticas destinadas al mercado vitivinícola. Sin embargo el mercado argentino todavía no ha incorporado las botellas plásticas. Igualmente su uso está orientado a los vinos de consumo rápido o de alta rotación, porque puede modificar el sabor de su contenido. Para el mercado de los Premium, todavía no hay nada mejor que el vidrio.

La capacidad de botellas para vino más utilizada en el mundo es la de 750cm. Por debajo hay de 250cm2, que se han desarrollado para consumo personal. Y también ahora se están desarrollando con capacidad para 187cm2, especialmente para champagne.


fuente:

http://www.packaging.enfasis.com/notas/14348-el-vidrio-y-el-vino-hacen-un-matrimonio-perfecto

domingo, 24 de abril de 2011

Recipientes cerámicos utilizados en el comercio de vinos en América.

Destinadas principalmente al transporte de aceite de oliva y vinos, y en menores proporciones, aguardiente, vinagre, alcaparras, aceitunas, almendras y miel, los recipientes de barro se registraban en la proveeduría de la casa de contratación con la denominación genérica de BOTIJAS O TINAJAS. Las botijas de mayor tamaño recibieron el nombre de PERULERAS. Las de tamaño mediano y pequeño se inscribieron con el diminut ivo de BOTIJUELA.

La palabra botija deriva de bota, concepto que en España se usaba para denominar a los barriles en los cuales se almacenaba el vino.

Estos recipientes aparecen en América en dos formas: una de mayor tamaño, utilizada para exportar el vino, de aproximadamente una arroba y cuarta, o sea, unos 20 litros de capacidad; de forma ovoide alargada, exenta de asas y pie, con una boca estrecha en forma de anillo, sin apenas cuello. Y otra de forma esferoidal, sin pie ni asas, de boca angosta que se une al cuerpo por un cuello casi inexistente. Y que en la mitad inferior del recipiente presenta un estriado en espiral.

Debido a la fragilidad del barro, las botijas se enfundaron con un material barato, corriente y de mucho cuerpo: El esterado, que consistía en una faja de 8 centímetros de anchura de esparto trenzado que se arrollada en espiral sobre el recipiente. Estas fundas permitían transportar las botijas incluso amontonadas o estivadas unas contra otras ocupando así menos espacio.

Las botijas se marcaban con un sello distintivo del exportador y esta señal figuraba en la portada de los folios que componían el registro de sus partidas. Las marca se hacia a fuego. Las vasijas se tapaban con un tapón de corcho de forma troncocónica de 25cm d espesor. Para asegurar el corcho se utilizaban pieles de conejo o cabra. Este cierre ser cubría con yeso.


En nuestro pais la calidad de crianza, conservación y transporte del vino dependía de la vasija vinaria. Los vinos se elaboraban, criaban y conservaban en tinajas y botijas bodegueras. Posteriormente se fraccionaban en botijas u odres de cuero para la etapa de transporte, distribución y comercialización.

Las tinajas tenían distintos tamaños, las mas pequeñas podían tener entre 12 y 15 arrobas de capacidad. Las mayores oscilaban entre las 45 y 50arrobas.

La botijas tenían medidas mas estandarizadas. Por lo general las botijas bodeguera y de viñas tenían una capacidad de 3arrobas, en tanto que las botijas de carga tenían 2 o 1arroba.



La botija fue le principal envase para transportar el vino. Las carretas eran medio mas usado para el flete de los vinos de Cuyo a Buenos Aires.

La tinaja fue el principal medio de conservación del vino. En la provincia de Cuyo a mediados del siglo XVIII comenzó el proceso de sustitución de la tinaja por la vasija de madera, proceso que se completo a comienzos del siglo XIX; a esa altura la mayor parte de los recipientes eran pipas o barriles.

Los cuyanos exportaban tanto el vino como el envase, que era muy preciado en Buenos Aires. A mediados del siglo XVIII Cuyo remitía anualmente cerca de 4.000 botijas al mercado del Litoral.

En el 2º tercio del siglo XVIII comenzó la incorporación de recipientes de madera en la vitivinicultura cuyana. Los recipientes de madera tenían una ventaja decisiva sobre la cerámica: eran más livianos y se podían reparar. Los arrieros y troperos se sentían más cómodos y seguros con los barriles que con las viejas botijas. Esto motivo a los vinicultores a sustituir, progresivamente, sus envases de greda por los nuevos de madera.

Las pipas y barriles cuyanos se construían con maderas de dos calidades bien definidas. Las de mayor valor eran de roble o castaño, mientras que las más baratas eran de algarrobo.

La expansión del envase de madera significó la progresiva decadencia de los hornos botijeros y su sustitución por los talleres de tonelería. En la década de 1970 las pipas y barriles terminaron por imponerse sobre las vasijas y tinajas.


Fuentes:

http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-23762007000100011&script=sci_arttext

http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/viewFile/98816/164542

El concepto de envase y packaging

Envase es todo producto, fabricado con materiales de cualquier naturaleza, utilizado para contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías, desde materias primas hasta artículos acabados, en cualquier fase de la cadena de fabricación, distribución y consumo.

El envase es la única forma de contacto directo entre el productor y el consumidor. Permite hacer llegar el producto en perfectas condiciones al consumidor (en cuanto a conservación, protección y seguridad), hace posible la identificación de su origen (imagen del producto a través del diseño, color y forma) y posibilita una explotación racional de los productos (en cuanto a su manipulación, almacenaje y transporte).

El envase que gira en torno a nuestras vidas con tal normalidad que prácticamente no percibimos ni su presencia ni su importancia. Una cáscara de huevo, un coco, una botella, una lata, una caja de fósforos, un especiero, todo aquello que envuelve, protege e informa sobre el producto que contiene se denomina envase.

El envase implica una unidad de venta, o dosis del producto contenido. Esta unidad de envasado debe ser suficiente para satisfacer al consumidor a un precio razonable. Es decir, el envase personaliza el producto otorgándole una nueva dimensión, evitando perdidas, exceso de consumo, y procurando la dosificación o aplicación del producto.

El envase es elemento inseparable del producto que contiene

El envase primario (primary packaging) o contenedor interior (inner container) o primer contenedor (first container), es aquel que esta directamente en contacto con el producto. Contiene el producto, y además lo protege.

Envase secundario es aquel que contiene uno o varios envases primarios, otorgándole protección para su distribución comercial.

Envase terciario es el agrupamiento de envases primarios o secundarios en un contenedor que los unifica y protege a lo largo del proceso de distribución comercial.

Funciones del envase en relación al producto:

1. contener el producto, dosificándolo en unidades

2. presentarlo e identificarlo, diferenciándolo de sus competidores.

3. proteger su integridad, evitando manipulaciones y falsificaciones

4. conservar sus propiedades y características de calidad

5. acondicionar el producto para su transporte

6. proporcionar un valor añadido, informando del producto y haciéndolo deseable, estimulando su compra y contribuyendo a la venta de otros productos de la gama.

Funciones del envase en relación a sus atributos de comunicación:

1. percepción

2. diferenciación

3. identificación

4. función espejo

5. argumentación

6. información

7. seducción

Packaging

Las funciones de protección y comunicación quedan englobadas por el termino anglosajón packaging, que puede definirse como el conjunto de elementos que permite presentar la mercancía a su eventual comprador bajo un aspecto lo mas atractivo posible y en un volumen lo mas conveniente para la unidad de consumo, en relación con sus medios y costumbres. Incluye, por consiguiente, las operaciones de envasar, embalar, envolver y precintar.


Fuente:

CERVERA FANTONI, Angel Luis. ENVASE Y EMBALAJE. La venta silenciosa. Ed. ESIC. Madrid. 1998

El futuro del corcho

Las nuevas tecnologías cambiarán la forma de criar el vino.

Durante décadas, los productores de corcho han vivido ajenos a la competencia. Considerado el único medio para conservar el vino en las botellas de forma prolongada, el corcho natural es un “supermaterial”: elástico, hidrófugo, barato y ecológico. El boom mundial del vino de los últimos 30 años ha catapultado la demanda, elevando de forma exponencial los casos de vinos echados a perder por la proliferación de tapones baratos fabricados con restos triturados.

De momento, las alternativas –tapones inyectados, corchos sintéticos de extrusión...– sólo sirven para aquellos caldos cuya existencia no contempla un largo descanso a la sombra. El único cierre hermético aparecido hasta hoy, el all-in-glass (todo en cristal), es muy prometedor, al conseguir un sellado total gracias a la fusión del vidrio y el tapón. El proceso de fundido, además de la necesidad de usar abridores especiales, es una traba a su rentabilidad, salvo en vinos de precio ya elevado. “El futuro, en cualquier caso, según los indicios, no parece muy claro para el corcho”.

Las alternativas que hay ahora mismo en el mercado, sus ventajas y desventajas:

1. Extrusión de espuma sintética:
Positivo: olor neutro, apto para sacacorchos, disponible con distintas permeabilidades al O2.
Negativo: no probada su idoneidad para almacenaje a largo plazo.

2. De cristal y junta libre de PVC:
Positivo: estanco, olor neutro, permite volver a cerrar.
Negativo: exige una botella con una boca especial, superficie estanca muy pequeña, pruebas a largo plazo en desarrollo.

3. Aglomerado de corcho y cola:
Positivo: el granulado y el adhesivo están separados del vino por un tapón técnico Twin-Top. Una vez en la botella parece natural.
Negativo: la utilización del adhesivo.

4. De cristal “all-in-glass”:
Positivo: estanco, olor neutro, primeros resultados prometedores.
Negativo: caro, botellas y abridores especiales, ralentiza el llenado.

5. Sintético de tres capas:
Positivo: olor neutro, parece corcho, fácil de abrir, aspecto moderno.
Negativo: no demostrada idoneidad para almacenaje a largo plazo.

6. De rosca largo, con rosca interior invisible, aluminio con sellado de material sintético recubierto de cinc:
Positivo: estanco, olor neutro, apertura audible, se puede cerrar.
Negativo: no hay experiencia prolongada, costoso reciclado.

7. De rosca largo, aluminio con sellado de material sintético recubierto de cinc:
Positivo: como el anterior, pero con 30 años de eficacia demostrada.
Negativo: indicado para un tiempo de conservación relativamente corto, costoso reciclado.

8. De rosca corto, aluminio con sellado de material sintético:
Positivo: olor neutro, permite volver a cerrar.
Negativo: sin primera apertura audible, estanqueidad cuestionable.
Coste: 10-11 céntimos.

9. Sintético con junta de aluminio encapsulada en polímero, rosca interior invisible:
Positivo: relativamente estanco, olor neutro, permite volver a cerrar, precinto.
Negativo: según los fabricantes, sólo apto para almacenamiento durante un máximo de cinco años.


Fuente:

http://www.verema.com/foros/foro-vino/temas/741758-futuro-corcho

El corcho natural

Tapón amarronado de unos 24mm. de diámetro y unos 5 cm. de largo, proviene de la corteza del Alcornoque. Además de sus propiedades de elasticidad y resistencia, es flotante e impermeable, se amolda con facilidad, resiste cualquier presión. Su principal característica de inputrefacción y adherencia (indispensables para la conservación del vino en la botella). En relación a otros materiales tiene la ventaja de una imagen asociada al vino de calidad.

El uso de este material para conservar productos alimentarios data del inicio de los tiempos, y de hecho ya en la época romana se utilizaba para tapar las ánforas que contenían el vino. Aunque no fue hasta el siglo VII D.C cuando el taponado en corcho se introdujo de forma industrial en la industria del vino.

Según su composición existen diversas clases de corchos, los hay hechos de aglomerado, o sea de corcho molido y prensado de una sola pieza; mixtos como en algunos champagnas (aglomerados en la parte superior del hongo y de una sola pieza que esta en contacto con el líquido. Para vinos finos o de guarda se usan corchos con distintos controles de calidad.

Con respecto a la calidad del corcho, se pueden diferenciar ciertas categorías:

- el corcho flor es el que no tiene fisuras bien compacto y de producción limitada solo a vinos de alta gama,

- extra muy pocos defectos no superan el 3% compactos, pueden tener marcas que no llegan a ser fisuras es el primer nivel de los fabricados en cantidad,

- superior con pequeñas imperfecciones que no llegan a ser graves y no superan el 7%, su porosidad es densa aunque el tamaño de los mismos es claramente visible se destina a vinos de calidad de gran consumo aunque no masivos y

- segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta, son de baja calidad.

Si bien cada vez más se le aplican tratamientos nuevos que le garantizan una vida útil en óptimas condiciones (ya que de otra forma los grandes caldos –reservas y grandes reservas- requerirían un recambio pasado cierto tiempo); tres factores externos pueden modificarlo: un exceso de sequedad en el ambiente, cuando la botella permanece en pie en vez de en posición horizontal y cuando es atacado por ciertas bacterias.

La calidad y el tamaño de los tapones de corcho ayudan al bodeguero a descifrar las posibilidades de vida de un vino. Aunque como ley estándar, el diámetro suele ser de 24 mm y se comprimen hasta los 18,5 mm antes de colocarse, los grandes vinos utilizan corchos de entre 45 y 55 milímetros de longitud, en el caso de los vinos jóvenes no suelen superarse los 44 milímetros. Sí, es un hecho probado que la longitud del corcho incide directamente en la conservación del vino.