Hay pocos productos que sean tan visuales como el vino, y realmente muy pocos en donde la estética tenga tanta influencia en la decisión de compra. En un entorno en donde hay muchísima oferta y un consumidor no sabe qué llevar cuando está frente a una góndola, el diseño marca la diferencia.
En el mundo del diseño siempre hay tendencias, aunque se puede decir que son más locales que internacionales. En su momento se lanzó un vino australiano que revolucionó los mercados: el Yellow Tail. Este vino generó un antes y un después en cuanto a diseño, porque se animó a mostrar una estética totalmente liberadora para lo que en ese entonces suponía el vino (sobriedad, clasicismo…); En Argentina algunas bodegas pusieron nombres de animales a sus etiquetas: Altos Las Hormigas, Colonia Las Liebres, Cuatro Vacas Gordas, Quara, Gato Negro, son algunso ejemplos.
Hoy es casi 100% necesario mostrar una historia, contar quiénes son los que están detrás de ese vino. Visualmente esto tendería a sobrecargar una etiqueta pero, al contrario, se busca una etiqueta despojada, llevando toda esta información a la contraetiqueta. El resultado es una primera impresión impactante, pero también dándole la posibilidad al consumidor de que, si lo desea, dé vuelta la botella e indague más en las características del vino y sus hacedores.
El packaging se complementa con una buena botella de calidad (aunque la tendencia habla de comenzar a utilizar botellas cada vez más livianas y, por ende, más “amistosas” con el medio ambiente), un sistema de taponado (corchos naturales o sintéticos, negros, de colores o tapa a rosca) y la cápsula (cuestión que, a veces, concentra toda la atención estética). Todos estos elementos pueden marcar una diferencia.
http://soydg.com/blog/2011/08/12/entrevista-mariano-braga-sommelier/