lunes, 15 de agosto de 2011

Bodegas tradicionales argentinas en manos de sus familias fundadoras

Las sobrevivientes son grandes empresas familiares con más de cuatro décadas de vida. Crisis mediante, la mayoría fue vendida en los ‘80 y ‘90 a locales y extranjeros. Bianchi, Luigi Bosca, Zuccardi, Goyenechea, Baggio y Lavaque aún son 100% de la familia originaria.

El vino argentino crece en el mundo, batiendo récord año tras año: se estima que superará los u$s 800 millones este año, frente a u$s 650 millones de 2007. Sin embargo, pese a que las uvas crecen en tierras cuyanas, salteñas o patagónicas y el mosto se elabora y fracciona dentro de las fronteras del país, son pocos los vinos argentinos producidos por bodegas tradicionales que aún están en manos de las familias argentinas que las fundaron.

Año

bodega

Comprador

Origen

1970

Trapiche

Pulenta

Argentina

1982

Graffigna

Rumasa

España

1989

Norton

Gernot Langes Swarovski

Austria

1996

Etchart

Pernod Ricard

Francia

1983

Finca Flichman

Werthein

Argentina

1991

Escorihuela

Catena y socios

Argentina

1995

La Rural

Catena y socios

Argentina

1996

Navarro Correas

Diageo

Reino Unido

1998

Finca Flichman

Sogrape

Portugal

1998

Nieto Senetiner

Pérez Companc (Molinos)

Argentina

1999

Graffigna

Galicia Advent Socma

Argentina

2001

Graffigna

Allied Domecq (hoy Pernod)

Reino Unido

2002

Peñaflor / Trapiche

DLJ

EE.UU.

2002

Suter

Covisan / Coinvest

Argentina

2005

Suter

Lavaque

Argentina


Entre los ‘80 y ‘90, la mayoría de las bodegas con más de medio siglo de historia pasaron a manos de inversores nacionales o extranjeros, afectadas por una crisis que unió caída del consumo con sobreproducción y un cambio del modelo, que evolucionó desde la elaboración en volumen de uvas de mesa hacia una menor cantidad pero de uvas finas y de mejor calidad.

Así, grandes empresas tradicionales como Norton, Etchart, Finca Flichman, Navarro Correas, Graffigna, Nieto Senetiner, Peñaflor, Trapiche, Escorihuela, La Rural o Suter, por citar sólo algunos casos, fueron cambiando de manos.


¿El resultado? Si se tiene en cuenta sólo medianas y grandes bodegas con más de cuatro décadas de tradición, son apenas seis las empresas que no cedieron a la tentación de vender y permanecen aún en manos de los fundadores. Se trata de las mendocinas Valentín Bianchi, Luigi Bosca, Familia Zuccardi (Santa Julia), RPB conocida como Baggio, con marcas como Uvita o Bodega Privada); Goyenechea y Lavaque, dueño de Félix Lavaque en Salta y de Cia General de Bodegas y Viñedos en San Rafael, además de Suter. A este pelotón se podría agregar Bodegas López, con la salvedad de que el 33% de su capital está en manos de un tercero, Héctor Colella, titular de Ocasa.

Bianchi, creada en 1928 en San Rafael por Valentín Bianchi y su cuñado, Hugo Pilati, es comandada hoy por sus nietos, los hermanos Raúl y Valentín. “Hemos sabido absorber las disgregaciones familiares, comprando su participación en los ‘80 para que la bodega quede en la familia”, cuenta Raúl Bianchi, presidente de la empresa. En 1980, la canadiense Seagram comenzó a distribuir sus marcas y se quedó, tras un aporte monetario, con el 15% de Bianchi. “Su apoyo fue incondicional. Tener una distribuidora multinacional que siempre cumplió sus compromisos nos permitió sortear las crisis”, cuenta Bianchi, que recompró ese 15% en 2002, cuando la canadiense fue vendida a Diageo y Pernod Ricard, y hoy la familia controla el 100%.

“En los 80, vimos tempranamente que la vitivinicultura se orientaba a un cambio de cantidad por calidad y comenzamos a reconvertir viñedos hacia uvas finas de calidad y ofrecer una buena relación entre precio y calidad, trabajando con una estructura adecuada para la época. Eso, más el inicio de las exportaciones en 1991, nos permitió ganar mercado fuera y dentro del país durante las crisis”, cuenta José Alberto Zuccardi, hijo de Alberto, que fundó Familia Zuccardi en 1963 y hoy es la quinta bodega exportadora del país y la primera familiar.

Luigi Bosca, creada por Leoncio Arizu a inicios del siglo pasado, es otra empresa que sigue en manos de la familia, a cargo de su nieto y su bisnieto, Alberto Arizu (padre e hijo). Enfocada en vinos de calidad, supo ganar terreno comenzando a exportar temprano, en 1984 y, pese a no producir en volumen, es hoy la 13º exportadora, según datos de Caucasia Wine Thinking.

Las bodegas familiares son pocas, pero importantes especialmente en innovación.
Por ejemplo, Bianchi fue el creador de la categoría frizante, cuando lanzó en 1996 New Age, con un éxito rotundo, al que se sumaron luego otras bodegas. Algo similar sucedió con Zuccardi, que lanzó en 2000 un tardío y en 2002 el vino generoso Malamado, los primeros de su categoría, emulados luego por varias bodegas.

Tradición, un plus en el vino

El concepto de familia y tradición es un plus en el vino, que pesa en el imaginario del consumidor. “Ser familiar no quiere decir ser menos rentable; cuando se logra profesionalismo y eficacia elevados, ser familiar es un valor agregado, más en el vino, que expresa a la gente que lo hace tanto como la tierra y el clima”, dice José Alberto Zuccardi. “Uno puede tener gente de extrema confianza en cada nicho, pero a veces todos quieren dirigir el barco. Hay que saber dejar que otro conduzca”, aclara Raúl Bianchi.

Fuente:

http://cavaargentina.com/es/informes/quedan-apenas-seis-bodegas-tradicionales-en-manos-de-sus-familias-fundadoras.html

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